viernes, 23 de marzo de 2012

Una Vela - Réquiem

Ya no sé la diferencia entre sueño y realidad. ¿Cómo se supone que debo saberlo si la realidad es cada vez más díficil de creer, mucho más difícil de afrontar e imposible de eludir? Y los sueños son fantasmas, como gélidos remordimientos que se me presentan invisibles, ¿o es que acaso, mi alma trémula de dolor turbia mis espectros con la falsa niebla del olvido? 


Ahora, entre estas confusiones, paso mi gris existencia sin ninguna otra compañía que la de mi mismo, e incluso ésta pongo en duda, ya que el tiempo, ávido pícaro y ladrón, robó ya mi esencia y escapó con ella, y no se le ha vuelto a ver.


Y mientras el Tedio clava en mí sus dientes, y sus garras, y sus negros aguijones, y mientras sus tentáculos me oprimen sin que pueda (ni mucho importe ya) evitarlo, yo me hundo, envenenado y abatido, oh! pobre mártir desgraciado! Feliz incomprendido de mi propia destrucción. Porque ahora estoy vacío y acabado, pero no en vano, porque todo lo que ahora me falta, todo lo que fui alguna vez, todas mis experiencias, recuerdos, sentimientos y emociones de un alma alocada y vivaz, ahora están contigo, entonando un réquiem y cuidándote como siempre juré hacerlo. Y poco a poco me desvanezco... las palabras desaparecen... y se esboza una sonrisa... adiós..

lunes, 2 de enero de 2012

Cuento Del Comepalabras: La Evasión Del Remordimiento

Se sentía vacío. El frío recorría su cuerpo y se calaba en sus huesos, haciéndolo temblar incesantemente, asemejándose más a una serie periódica de espasmos nerviosos que al mismo frío. Se cobijaba en los escalones de mármol de un viejo portal, sin más abrigo que una manta vieja y raída, que hablaba con sangre seca acerca de sus años. Sin otra cosa que hacer, se puso a pensar. -¿Qué hago? ¿Por qué estoy así? ¿Qué he hecho para merecer esto y quién mereció ser mi juez? La culpa de esto la tienen... sí, la tienen los colores, la culpa la tienen los colores-dijo absolutamente convencido, con una gran sonrisa dibujada en su pálido y desencajado rostro-Los colores son los que pintan y dan énfasis a nuestra extraña existencia. Ellos son los culpables de que mis ilusiones sean falsas o mis sentimientos no respondan donde deberían o de que no de importancia a los demás, y los demás no me la den a mi-Y sin más, enfurecido, frunció el ceño y gritó, y sacó los dientes como una bestia poseída por el más puro frenesí, inundando el aire de rabia y resentimiento. Y devoró un color. Sí, aunque parezca imposible creerlo, él lo hizo así, lo devoró completamente y su existencia fue negada en el pasado, el presente y el futuro, y nunca lo recordamos, ni lo vemos, ni lo volveremos a ver jamás. Pero aún se sentía vacío, y vio que ese no era el problema. Y entonces volvió a pensar-¡¡Los colores han vuelto a jugármela!!-Gritó, y su cara se tornó más horrible aún, de modo que hasta la piedra, el ladrillo y el mármol se estremecían con su atenta mirada-¡¡Ellos no tenían la culpa, pero me han confundido con sus caprichosos bailes!! Eh, espera-dijo susurrando de repente para volver a alzar la voz, abriendo su sonrisa todo lo posible-¡¡Ya sé quién es el culpable!! ¡¡Son todo ellos!! Los que nos miran, los que caminan en el infierno sin quemarse ni echar a correr, y también los culpables son mi hermanos, aquellos que engañan diciendo que me comprenden, burlándose de mi a mis espaldas-su enorme ojo derecho empezó a desarrollar varios tics nerviosos que se unieron y formaron uno más desagradable-¡¡Malditos todos ellos!! ¡¡Yo les abriré las mentes y no sólo miraré dentro. Yo me las beberé, las engulliré y con ellas todos sus amargos secretos, y así seré feliz de nuevo, y así podré ser lo que antes era!!-Y así empezó a devorarlos, y como no sabía aún como hacerlo, se alimentó de sus nombres. Los nombres portaban la existencia de todo aquello que poseían, de todo en lo que formaban parte. De esta manera, El Comepalabras devoró los nombres de los mortales, sin distinción entre niños, ancianos, príncipes, mendigos... y de los cainitas, de los vástagos que decían ser como él pero que no lo eran en absoluto. Con estos arrasó en gran medida, devorando los nombres rápidamente, engulléndolos sin importar su sangre, su clan o su generación. Pero de nuevo de fue al portal, y sus piernas temblaban de miedo y desesperanza. Había devorado cientos de existencias, y se sentía más listo, más ágil, más poderoso, pero no más feliz. Y entonces, una chispa surgió de repente en su cerebro y su aura se iluminó, volviéndose por un segundo tan brillante como nunca nadie podría imaginar-Oh... ya lo entiendo..-susurró con una voz muy quebrada, desviando la vista al suelo mugriento-Soy yo..yo soy el culpable de todo, yo soy el que ha hecho mis errores y el que ha acarreado tales consecuencias. He arrancado cientos de cosas de la realidad, que jamás serán recordadas, pero, en el fondo, soy yo quien no debe recordar jamás quien soy, ni quien he sido-Y se echó a llorar. Lloró sangre hasta quedarse sin una gota y, en su frenesí, mientras se desgarraba la piel, desgarraba también su alma, y se comía su propio nombre, un nombre que nunca jamás será recordado, ni siquiera por él mismo...